Hace unos meses aprendimos el superpoder de adaptarse a los cambios. ¿Quién no se ha enfrentado a situaciones que se escapan de nuestro control? Por ejemplo, estar trabajando en un proyecto y que cambie de la noche a la mañana; o que el tipo de tareas se actualicen, o justo tener dominado un programa o una metodología…¡y que aparezca otra!
Y es que, en algunos momentos de nuestra vida, nos pasan cosas que no podemos controlar y que no hubiéramos elegido. Es precisamente, en esos momentos, cuando necesitamos adaptarnos lo máximo posible y sacar provecho de la situación, o lo que es lo mismo: ser resilientes.

Ahora nos llega un nuevo reto: unas navidades llenas de cambios e incertidumbres que nos pondrán a prueba… Parémonos un momento ¿somos tan resilientes como nos pensamos? Cuando nos vienen dadas ciertas situaciones que no nos gustan, sentimos enfado y/o frustración y, seguramente, es lo que os pase cuando pensáis en cómo vais a pasar estas fiestas tan extrañas. ¡Qué no cunda el pánico! Si estáis entrando en ‘modo Grinch‘, vamos a rescatar todo lo que hemos aprendido sobre la resiliencia para exprimir al máximo las posibilidades que tenemos.
Si pasamos mucho tiempo pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor, ya estamos empezando mal. Aquí viene el primer consejo de todos: no comparéis. Una persona resiliente pasa el menor tiempo posible en ese ‘modo cabreo’, -de añoranza y de comparación-, y es consciente de la situación.
“Vale. Estas navidades no serán iguales, pero no pasa nada, habrá que cambiar lo que siempre hemos hecho”.
Pensamiento resiliente
Por tanto, cuanto antes salgamos de esa etapa de miedo/frustración mejor, porque antes entraremos en la fase de aceptación (la de asumir la realidad) y así nos pondremos manos a la obra con un nuevo plan. Porque esta es otra de las cualidades de una persona resiliente: la proactividad
“¿Qué cosas tengo que cambiar este año? ¿Por dónde voy a empezar?”
La proactividad es vital para ser resiliente
Si seguimos tomando de ejemplo este contexto navideño tan particular, según vayamos conociendo las restricciones que se establecen, podemos empezar a planificarnos. Pensad que una persona resiliente es flexible, porque es consciente de que las cosas pueden cambiar en cualquier momento (¿recordáis algún año más impredecible que este 2020?). Por lo tanto, tenemos que hacer planes que sean susceptibles de modificarse; no podemos hacer planes rígidos, lo mejor es pensar en un par de escenarios diferentes y tener una idea de qué podríamos hacer en cada uno de ellos. Si somos resilientes, siempre tendremos un as bajo la manga y estaremos preparados para lo que pueda pasar.
¡Ojo y cuidado con la falsa positividad! Es decir, seamos conscientes de que podemos sentirnos tristes, ya que quizá no podremos estar con todas las personas que queremos. Hay que aceptar y expresar los sentimientos de tristeza (estamos viviendo una pandemia, no lo olvidemos). Ahora bien, si queremos ser resilientes, tenemos que intentar ver el vaso medio lleno y esforzarnos en pensar en positivo.
¿Qué puedo hacer para estar más feliz y sentirme mejor?
- Practica la positividad. Hay personas que tienden a ser más positivas que otras, pero todos podemos activar este modo si nos lo proponemos. Un ejercicio para este caso sería, por ejemplo, hacer una lista por escrito con las cosas que me gustan de la navidad: ver películas navideñas, hacer galletas, comprar regalos online, poner el árbol… Si me centro en las cosas que sí voy a poder hacer, me sitúo en el lado positivo de esta situación.

- Tira del humor. Una persona resiliente se toma con humor las situaciones que no puede cambiar. Reírse tiene un efecto muy beneficioso para reducir el cortisol, que es lo que nos genera estrés.
- Evita el catastrofismo. Esto signfica el darle vueltas y vueltas a los aspectos negativos de esta situación. Alguien resiliente pensaría: “quedan muchas navidades por delante, no pasa nada porque una vaya a ser distinta”.
- Fomenta las relaciones interpersonales. Es importante también, porque aunque no podamos ver a todo el mundo de manera física, ¡hay alternativas!. Hagamos una videollamada a nuestro amigo que vive en el extranjero, o a un familiar que no vayamos a poder ver estas fiestas. También podemos enviar una felicitación por correo. En estos casos, cuidar de las personas que queremos está demostrado que nos hace más felices.
Como veis, podemos hacer muchas cosas para conseguir activar el buen humor y no convertirnos en un Grinch de la navidad. Si superas este reto, asentarás las bases que tienes, te harás una persona más resiliente y ¡podrás enfrentarte mucho mejor a todos los cambios que sigan llegando! Así que ya sabes, ¿estás preparad@ para entrenar la resiliencia y activar el modo happy?

0 comments on “Activar el modo happy estas navidades, ¿es posible?”