Ayer terminé de leer un libro y según lo acabé me dieron ganas de tirarlo por la ventana a lo Bradley Cooper en ‘El lado bueno de las cosas‘ ☹. ¿Por qué? Pues porque después de casi 500 páginas, el autor decidió que no le apetecía contarme el final del libro y lo dejó “abierto”. ¡Abierto! ¿Tanto le costaba decirme qué le pasaba a cada uno de los personajes? ¿Llegarían a “comer perdices” o nunca alcanzarían su “felices para siempre”? Ahora estoy en un sinvivir, ya que se me ocurren multitud de finales y no sé cuál es el correcto. Vale, puede que todos los finales sean correctos. O ninguno. El hecho es que, como a Sheldon Cooper en ‘The Big Bang Theory’, no me gusta dejar las cosas a medias y necesito que tengan un “cierre”.
Y precisamente a medias es como han quedado la mayoría de los procesos de pruebas en los que he participado. ¿La mayoría? Quizá debería decir todos. Siempre estamos tan limitados en tiempo y presupuesto que nunca hay margen para cerrar correctamente el proceso. Como en el libro, nosotros también tenemos nuestro final “abierto” y, una vez alcanzada la fecha límite, “manos arriba” y “a otra cosa, mariposa”. Por ello, rara es la vez que tenemos la oportunidad de llegar a la fase de finalización del modelo de ciclo de vida propuesto por TMap® NEXT, la metodología de pruebas creada por Sogeti.
Desde mi punto de vista, esta fase tiene muchísima importancia, pues en ella realizamos una evaluación del proceso de prueba, detectando aquellos aspectos que han salido bien y los que han salido mal. Todo ello con el objetivo de aprender de la experiencia obtenida durante las pruebas y poder aplicar lo aprendido en el futuro. Así, potenciaremos los puntos positivos y evitaremos cometer los mismos errores en los siguientes proyectos de pruebas en los que participemos.
Una forma de hacer esto es mediante sesiones de evaluación, en las que, respondiendo a una serie de preguntas acerca del proceso de pruebas, podremos obtener una lista de las lecciones aprendidas. Algunas de estas preguntas podrían ser:
- ¿Ha sido posible completar el plan de pruebas en el tiempo previsto?
- ¿Estaba claro el plan de pruebas y pudo ser ejecutado sin problemas por todos los miembros del equipo?
- ¿Hubo una adecuada división de las tareas entre los miembros del equipo de prueba?
- ¿Se han reportado los defectos adecuadamente?
- …
También esta fase es importante porque en ella se conserva el testware (casos de prueba, guiones de prueba y descripción de la infraestructura de pruebas) para reutilizarlo en el futuro. De esta forma, podremos hacer un uso óptimo del testware cuando tengamos que realizar nuevas pruebas sobre la aplicación.
Para conseguir esto, en primer lugar, elaboraremos un inventario con aquellos productos de prueba que deberán ser preservados. A continuación, una vez decididos, el testware será completado y se realizarán sobre él los ajustes y cambios que se precisen. Hay que tener en cuenta que el testware deberá ser accesible y estar disponible para sus futuros usuarios (que podríamos no ser nosotros mismos), de manera que las actividades de mantenimiento se puedan llevar a cabo de un modo rápido y sencillo.
Así pues, una fase que nos sirve para aprender de la experiencia y preservar el testware para reutilizarlo en el futuro considero que es fundamental en cualquier proceso de pruebas de calidad. Por ello, creo que deberíamos hacer todo lo posible por no cerrar ningún proceso en el que no hayamos llevado a cabo las actividades de esta fase. De este modo, podremos echar el “cierre” a nuestro proceso y no dejarlo “abierto” 😉.
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